Nos dice con larga experiencia como profesor de Historia, el peruano, Gerardo Renique

Carlos Bernales (Cabe)/ New York Hispano / Colaborador
Quien haya conocido a Gerardo Renique Caycho, años atrás, y me precio de ello, encontrará hoy al mismo personaje de entonces, a quien en la intimidad sus amigos llamamos Chacho, risueño, vibrantemente optimista y depositario de un aire juvenil al que los años no le hacen mella.
Renique, —peruano nacido en el distrito del Rímac, dos hijos, dos nietos—, hace más de cuarenta años, en 1981, llegó a Nueva York, cuando caminaba sobre sus treinta años de edad, a cumplir el sueño americano de doctorarse en historia para luego regresar al Perú, tierra de sus amores. De hecho, llegó con una beca bajo el brazo, para estudiar nada menos que en Columbia University, pero el soporte económico era tan magro que no le daba suficiente para sobrevivir.
“Tuve, afortunadamente, amigos muy generosos para ofrecerme alojamiento y consejos, y empecé como casi todos: mozo de restaurante, ayudante de mudanzas, limpiando casas y también en… “ingeniería sanitaria” …” (sonríe)
“En eso, como la fortuna no aparece de la nada, sino que sigue tus pasos, continúa contando, conocí a Johnny Califano, un italoamericano que dejó su profesión de programador para dedicarse a escribir, para ello se acomodó en el negocio de mozo y gracias a él obtuve trabajo. Pronto, luego de terminar mis estudios, pude conseguir trabajos más acordes con mi estatus profesional, como, por ejemplo, dedicarme a la enseñanza de idiomas”.
LEE TAMBIÉN: Abren solicitudes del Fondo para Residentes Excluidos
“Más tarde, quise regresar a Perú, pero mi trabajo de campo, especializado en lugares como el Valle del Mantaro, donde el conflicto interno había alcanzado un desborde de sangre, me hizo desistir”.
“Pronto me incorporé al sistema universitario público de Nueva York, el CUNY, a partir de John Jay College of Criminal Justice, que aún conservaba el ambiente de la época de la lucha por los derechos civiles, luego pase al Queens College, hasta que finalmente ingresé al City College como profesor temporal, que luego se convertiría en un trabajo permanente hasta mi jubilación del año pasado. Durante todo ese tiempo fui vinculado a la enseñanza de Historia especializada en México y Perú, dos países con una enorme identidad histórica, cada uno, desde luego, con sus propias especificidades”.
“La historia social y política del Perú del siglo XIX al XX, fue mi interés inicial, pero, para graduarme de doctor, hice mi tesis sobre México, un país que siempre me fascinó por su historia y su cultura, y al que dediqué años de estudio e investigación. Para ello me trasladé al Estado de Sonora, donde me establecí por un tiempo. Por ello, en la Academia se me considera un profesor dedicado a México y Perú, aunque también de América Latina. Dado que mi horizonte de estudio abarca la llamada modernidad, mi interés específico se enfocó en los movimientos sindical, popular y sobre todo campesino, desde una perspectiva comparativa, global”.

“También, debido a mi permanencia en el Estado fronterizo de Sonora me resultó atrayente estudiar el movimiento migratorio, su trayectoria y las consecuencias especialmente de las comunidades hispanas”.
“Siempre fue centro de mi interés, lo saben mis estudiantes a quienes explicito esta idea, uno no puede pensar históricamente desde el pasado uno piensa históricamente desde el presente”.
Renique no niega un hecho fundamental en su vida: que no se puede ser un profesional de la historia sin participar en ella, y lo demuestra que, para entender los procesos histórico sociales de los últimos 40 o 50 años, le ha ayudado mucho el haber participado en los movimientos que se han levantado por reivindicaciones sociales, como un activista de la izquierda socialista. Activismo que lo vinculó al Brecht Forum, un think tank fundado en 1975, relacionado con el sistema de investigación critica correspondiente al marxismo. Lo que le permitió a Renique dar consistencia a sus trabajos como escritor colaborando con periódicos y revistas prestigiosas como The Guardian y Nacla Report on the Americas. De hecho, dos de sus recientes libros, como Perú: tiempos del miedo, escrito junto a su esposa, Deborah Poole, o Entre guerras, un libro de antología en el que participa nada menos que escribiendo el Prólogo, Sindicalismo minero, memorias de lucha y amnesia neoliberal, dan cuenta de cómo la luz del pasado sigue viviendo, marcando e iluminando el presente, “tal como lo enfatizaran dos personajes históricos, el judío-alemán Walter Benjamin y el peruano, José Carlos Mariátegui”, nos señala Renique.
LEE TAMBIÉN: Se intensifica la carrera por el dinero en las campañas
El Jazz
La historia es en realidad una disciplina que abarca todos los aspectos culturales de los seres humanos y en entre estos no puede faltar la música. “Recuerdo con mucha nostalgia, nos dice el historiador, mi primer verano en Nueva York, salí a recorrer las calles, llegué al Bronx, allí me perdí y encontré tremendo susto, me dio mucho miedo, pero finalmente, me gustó. Recuerdo que por una calle vi un anuncio de un Concierto de la Fania All Stars que por supuesto no lo perdí”.
“También recuerdo mi época universitaria de cuando escuchaba Radio Miraflores y los domingos por la noche tenían un programa de jazz y el conductor cuyo nombre no recuerdo, narraba el contexto de cada pieza musical, todo un programa que hizo historia narrando una historia musical”.
Tiene razón Gerardo, Chacho, Renique, la historia está presente en toda la vida y no solo nos recuerda el pasado.
Publicado el 27 de Octubre, 2021