La fiscal de Passaic, Valdés, lucía como una gran promesa. ¿El ego la descarriló?

STEVE JANOSKI / NorthJersey.com

Cuando Camelia Valdés se hizo cargo de la Oficina del Fiscal del Condado de Passaic en 2009, muchos pensaron que marcaba un nuevo día para una agencia en problemas que había sido paralizada por recortes presupuestarios, dividida por despidos y aplastada por montones de demandas internas.

Tomada de las filas de la Oficina de la Fiscalía Federal en Nueva Jersey por el entonces gobernador Jon Corzine, Valdes llegó con un currículum impresionante: además de su trabajo como fiscal federal, se desempeñó como fiscal municipal de Newark, fiscal general adjunta del estado y asesora legal adjunta de los ex gobernadores Christine Todd Whitman y Donald DiFrancesco.

Valdés también rompió barreras. Cuando el Senado estatal la confirmó en junio de 2009, se convirtió en la primera fiscal latina del condado en la historia del estado, la primera mujer a cargo de la fiscalía en el condado de Passaic y la primera fiscal de ascendencia dominicana en el país que encabeza una fiscalía.

Los observadores externos elogiaron la elección de Corzine. Valdés dijo que estaba lista para el trabajo.

Pero la esperanza y la promesa no duraron. Ahora, 13 años después de su mandato, Valdés se encuentra azotada por múltiples conflagraciones, incluidas demandas que alegan abuso hacia los empleados, un voto de censura sin precedentes por parte de los sindicatos policiales del condado y una creciente controversia sobre su influencia para cerrar investigaciones sobre policías corruptos en Paterson. Esta cadena de tropiezos amenazan con derrumbar su carrera.

Sus detractores afirman que los problemas de Valdés son creados por ella misma. Empleados actuales y exempleados, muchos de los cuales hablaron bajo anonimato por temor a represalias, ofrecieron evaluaciones punzantes de cómo Valdés envenenó su propio ambiente de trabajo con lo que describen como su enorme ego, tendencias de microgestión y una sed salvaje de venganza.

Los miembros del personal de la oficina del fiscal dijeron que Valdés se refiere a sí misma como “la jefa” o “la reina” y a menudo les recuerda a sus trabajadores cuánto poder tiene. Varias personas dijeron que a ella no le gusta que los empleados le hablen a menos que ella les hable primero, y otros afirmaron que arruinó las oportunidades laborales de ellos después de que renunciaron a seguir trabajando en su oficina.

Los oficiales de policía de los departamentos locales se han quejado en privado durante mucho tiempo sobre las políticas, procedimientos y prioridades de Valdés. Muchos susurraban que tenía poco interés en el trabajo policial y que estaba más preocupada por preservar su reputación para avanzar en su carrera.

Pero esas conversaciones y críticas que se circunscribían a bares y salas de descanso, salieron a la luz pública a principios de este año cuando se rompió el muro del silencio y se desbordó un torrente de denuncias y demandas contra la fiscal. Muchos en los departamentos encargados de la aplicación de la ley consideraron que ya era hora.

“Ella es tan agresiva como parece”, afirmó Frank Feenan, excapitán de la oficina del fiscal que se jubiló en 2013. “Es la fiscal menos profesional e indigna que jamás podría imaginar”.

Jim Beatrice, otro capitán retirado de la oficina del fiscal, se hizo eco de Feenan. Beatrice relata que se enfrentó con Valdés con frecuencia por sus políticas y la llamaba una “micromanager que gobierna a través del miedo”.

“Ella cree que está por encima de todos los demás”, opina Beatrice, “y si no hacías lo que ella decía o lo que quería, te castigaban”.

Valdés rechazó múltiples solicitudes para ser entrevistada para esta historia.

Pero sus partidarios, muchos de los políticos con más altos rangos del establecimiento demócrata del condado, la han rodeado para defenderla. En su opinión, Valdés es una persona franca que va al grano sin rodeo, y que se ha convertido en el objetivo de una campaña de difamación diseñada por políticos republicanos y sus propios trabajadores enojados.

“Creo que tiene una mala reputación en los empleados descontentos por sus propias razones egoístas”, afirmó John Currie, líder del comité demócrata del condado. “Creo que ha hecho un buen trabajo, ha dirigido la oficina de una manera buena y limpia… Creo que esto se trata más de la política interna de la oficina que de cualquier otra cosa”.

El alguacil demócrata Richard Berdnik en un comunicado expresó que Valdés siempre ha mostrado su “competencia como una verdadera profesional”. Y Anthony De Nova, antiguo administrador del condado de Passaic, exclamó que estaba sorprendido por las duras palabras que los empleados de Valdes tenían para ella.

“Esa no es la persona que conozco”, afirmó De Nova. “No se parece a ninguna de las experiencias que haya presenciado o tenido personalmente con la fiscal… Realmente la considero una persona profesional que quiere hacer lo correcto”.

La asambleísta de Nueva Jersey Shavonda Sumter, una demócrata que representa el Distrito Legislativo 35 del estado, conoció a Valdés por primera vez cuando era estudiante en Kean University en 1996. Dijo que inmediatamente identificó a Valdés como una “mujer fuerte de color que estaba sirviendo en un espacio prometedor para lograr reformas de la justicia penal y equidad en el sistema legal”.

“Era su pasión y comprendía de que había algunas barreras estructurales para las personas de color”, explicó Sumter. “Todos somos humanos y es posible que todos los días no hagamos todas las cosas bien. Pero creo que todos los días, ella asume su trabajo con un enfoque en la justicia”.

La asambleísta dijo que Valdés debería resistir los llamados a renunciar luego de que se conoció la noticia de que la oficina de la fiscal cerró repetidamente las investigaciones criminales de varios oficiales de policía de Paterson que eran tan corruptos que se autodenominaron “el escuadrón de robos”. Estos policías admitieron ante un tribunal federal que robaron y golpearon a los residentes de la ciudad, por lo que fueron condenados.

La senadora estatal Kristin Corrado, republicana de Totowa y exsecretaria del condado de Passaic que representa al Distrito Legislativo 40 del estado, está entre los que exigen la renuncia de Valdés.

Corrado, quien ya estaba intentando bloquear el nombramiento de Valdés para un tercer mandato de cinco años, considera que Valdés ya no cuenta con la confianza del público ni de la policía.

Pero Sumter no cree que Valdés deba escuchar estos reclamos.

“Creo en la justicia, y no se ha probado nada que invalide el trabajo que ha hecho o su compromiso de servir”, dijo Sumter.

El alcalde de Paterson, Andre Sayegh, no respondió directamente cuando se le preguntó si pensaba que Valdés debería haber continuado con las investigaciones sobre los oficiales de su ciudad. No obstante, consideró que la fiscal no debería renunciar por la controversia que se generó.

“No puedo decir que deba renunciar”, dijo Sayegh. “Ella ha sido muy receptiva, siempre ha sido franca”.

Dean Cioppa, jefe del sindicato policial que representa a unos 74 empleados de la oficina de la fiscal, afirmó que respeta las opiniones de los políticos. “Pero no están adentro viendo a la gente renunciar constantemente por la forma en que los tratan”, dijo. “Es mucho más que empleados descontentos”.

Cioppa calificó a Valdés como un jefe ineficaz que no delega responsabilidades, no escucha las necesidades de su gente y microgestiona los casos para frustración de sus trabajadores.

“Es hora de un cambio”, dijo Cioppa. “No veo cómo la gente del condado de Passaic, y las víctimas, puedan tener confianza en cómo se manejarán los casos”.

Un comienzo prometedor

Pocas personas sabían quién era Valdés cuando Corzine la nominó por primera vez en 2009 para servir como fiscal del condado de Passaic. Pero ella tenía toda una historia de fondo.

Valdés nació en el Bronx el 5 de septiembre de 1971 de padres dominicanos. Su familia se mudó a Newark cuando ella era una niña y es producto de las escuelas públicas de esa ciudad, según una biografía publicada en el sitio Web de la oficina del fiscal.

Sus padres le inculcaron la importancia de la educación, ya que no habían podido progresar en sus propios estudios. Su padre dejó la escuela después del segundo grado, le dijo Valdés a The Record en 2009. Su madre la dejó después del octavo grado.

En una entrevista de marzo de 2021 con CBS News, Valdés dijo que se convirtió en una activista en su juventud por necesidad. “Estaba traduciendo para todos en el edificio, así que aprendí a una edad temprana el poder de tener una voz”, relató.

También contó la historia de un encuentro con un consejero escolar que trató de disuadirla de convertirse en abogada.

“Ella me dijo: ‘Sabes, la ley es un campo dominado por hombres, así que deberías considerar ser maestra o deberías considerar ser enfermera'”, narró Valdés a CBS. “Hice lo que hago cuando escucho algo que no me gusta; simplemente lo ignoré por completo”.

Valdés ha dicho que creció en la pobreza y le dijo a The Record que sus padres esperaban que terminara la escuela secundaria, se casara, tuviera hijos y formara una familia. Pero ese no era su camino.

Una estrella en ascenso

Valdés se graduó en Barringer High School en Newark y luego asistió a Seton Hall University, donde obtuvo su licenciatura en sociología en 1993. Tres años más tarde, obtuvo una licenciatura en derecho en Rutgers Law School-Newark. Y en mayo de 2001, finalizó una Maestría en Derecho de la Universidad de Temple.

Ascendió rápidamente en el mundo legal, sirviendo como fiscal municipal de Newark y fiscal general adjunta en la Oficina del Fiscal General de Nueva Jersey, donde procesó delitos de cuello blanco y litigó casos relacionados con cuestiones de la aplicación de la ley.

También se desempeñó como asesora legal adjunta del gobernador Whitman y del gobernador interino DiFrancesco.

En 2001, Chris Christie, entonces Fiscal Federal del Distrito de Nueva Jersey, contrató a Valdés como asistente del fiscal federal.

Ocho años después, cuando Valdés prestó juramento como fiscal del condado de Passaic, Christie afirmó que había una “falta significativa” de representación de las minorías en la profesión legal cuando asumió la oficina del fiscal federal. El sistema de justicia tenía que asegurarse de que “la puerta esté abierta para todos”.

Como fiscal federal adjunta, Valdés procesó “delitos federales complejos que incluían trata de personas, fraude en la atención médica, delitos financieros y delitos violentos”, según la biografía en la oficina de su fiscalía. También ayudó a asegurar condenas y declaraciones de culpabilidad en varios casos de alto perfil, incluido un caso de fraude de Medicare de $5 millones en Prospect Park y la de un hombre de Wisconsin que amenazó con hacer estallar una bomba sucia en el Giants Stadium.

Pero aún era una desconocida cuando Corzine la nombró para reemplazar al entonces fiscal James F. Avigliano en marzo de 2009.

‘Una excelente candidata’

Cuando Avigliano renunció después de un periodo de mandato, dejó a su paso una oficina destrozada por los problemas.

Avigliano había hecho grandes recortes tanto en la oficina del fiscal como en el Departamento del Sheriff a causa de una crisis presupuestaria que heredó. A esto se le aunó una serie de demandas, incluida una demanda por discriminación sexual de $ 1 millón presentada por dos exagentes y un líder sindical. Las consecuencias políticas llevaron a Corzine a decidir no otorgarle un segundo mandato.

En ese momento, los políticos y los observadores elogiaron la decisión de Corzine de cambiar de rumbo.

“Conocí a esta mujer y es una excelente candidata”, dijo el entonces senador estatal John A. Girgenti, demócrata de Hawthorne, sobre Valdés en una entrevista con The Record. “Creo que será una excelente fiscal, dados sus antecedentes”.

Las organizaciones hispanas también elogiaron la elección.

George Rios, entonces director de la Asociación de Abogados Hispanos de Nueva Jersey, calificó su confirmación como “un paso más en la búsqueda de igualdad y diversidad de nuestra nación”.

Elsa Mantilla, quien en ese momento era vicealcalde de Paterson y activista dominicana, dijo que Valdés era tanto orgullosa como modesta.

“Estoy muy orgullosa de que tengamos otra latina que está ascendiendo”, expresó Mantilla, quien la semana pasada se negó a ofrecer un comentario sobre la gestión de Valdés. “Este es un muy buen paso para nuestra comunidad”.

El Senado estatal confirmó a Valdés el 26 de junio de 2009.

Corzine dijo en la juramentación de la latina que eligió a Valdés porque favorecía la diversidad en el gobierno y ella “se apega a la excelencia”.

“Reverencia la ley y es una persona que cree en la igualdad ante la ley”, afirmó Corzine ante un auditorio abarrotado.

Valdés se sentó junto a Corzine y tomó la mano de su entonces esposo, Frank. En su discurso, agradeció a su familia y colegas, incluida la Asociación de Abogados Hispanos (que una vez dirigió) y su hermandad, Alpha Kappa Alpha. Años más tarde, le diría a CBS News que siempre usa perlas en homenaje a sus amigos de la universidad.

Valdés también dijo que estaba orgullosa de poder seguir siendo compasiva sin dejar de ser una fiscal dura.

“Espero que me midan por el trabajo que hago”, señaló. “No por mi edad, sexo o etnicidad. Prometo trabajar duro para la gente del condado de Passaic y mantener siempre mi integridad”.

Se descarrilla del camino

Valdés pasó sus primeras semanas en el cargo haciendo un inventario de lo que estaban trabajando los investigadores, respondiendo a los problemas y considerando las políticas ya implementadas.

“Algunas cosas no necesitan cambiarse en absoluto”, dijo Valdés en una entrevista de julio de 2009 con The Record. “Algunas cosas cambiarán. Pero no voy a empezar a hacer cambios al por mayor solo por el hecho de hacerlos”.

Reducir el crimen violento era su primera prioridad, dijo.

Su oficina continuó haciendo cosas típicas de la Oficina del Fiscal, como desmantelar redes de narcotraficantes; arrestar a pistoleros, asesinos e infractores de violencia doméstica; y erradicar a los policías locales corruptos.

Al mismo tiempo, Valdés organizó vigilias para víctimas de delitos violentos, consoló en la corte a la familia de un oficial de policía de Newark asesinado en 2011 frente a un club de estriptís de Paterson y organizó foros sobre violencia doméstica y delitos de odio.

Como madre soltera de dos hijas autistas, Isabela y Elsa, buscó crear conciencia sobre el autismo y la educación especial, según su biografía. Su perfil de LinkedIn enumera el bienestar animal, los derechos civiles, la ayuda humanitaria, los derechos humanos y el alivio de la pobreza como causas en las que está interesada.

En octubre de 2011, Hispanic Business Magazine nombró a Valdés como uno de los 100 hispanos más influyentes de la nación. Dos meses después, Leonel Fernández, presidente de República Dominicana, la nombró como una de las 100 dominicanas más influyentes que viven en el extranjero.

Sumter, la asambleísta demócrata, dijo que Valdés también ayudó a mejorar las relaciones comunitarias en 2012 cuando abrió las puertas de la oficina del fiscal a los líderes comunitarios para que pudieran comprender mejor el funcionamiento interno de la agencia.

“Esa reunión fue un punto crucial para nosotros porque teníamos algunas personas trabajando en las comunidades que realmente no sabían cómo es la intercepción entre mantener las calles seguras, las investigaciones, y lo qué se puede decir y lo qué no se puede decir”, afirmó Sumter. “Desmitificó lo que hay detrás de esas puertas y educó a la comunidad sobre el papel de la policía y los fiscales locales y cómo trabajan juntos”.

Pero en algún lugar a lo largo del camino, la fiscal comenzó a descarrilarse.

Pocas personas hablan abierta y públicamente sobre Valdés. Algunos no quieren sacar a la luz fantasmas del pasado. Otros siguen temerosos de que la ira de la fiscal afecte sus trabajos actuales, especialmente aquellos que trabajan en el campo legal.

“Nadie en su sano juicio va a hablar de ella”, dijo un abogado del norte de Nueva Jersey que alguna vez trabajó con ella.

Pero algunos, incluido Beatrice, el capitán detective jubilado, hablaron sobre sus experiencias. Beatrice, quien se retiró en 2013 después de más de dos décadas en la oficina del fiscal, dijo que conoció a Valdés en 2009 cuando fue confirmada en el cargo.

“Al principio pensé que era agradable”, comentó Beatrice. “Luego ella se juramentó y el juego cambió. No podías hablar con ella; si la veías en el pasillo no podías tener una conversación con ella. Si entablabas una conversación, te penalizaban [improperio] después”.

Cioppa, el líder del sindicato recordó una experiencia similar en la que una vez su supervisor lo regañó por ofrecerle un “buenos días” no solicitado a Valdés en el pasillo. “Me llamaron a la oficina 45 minutos después y me dijeron que no hablara con ella a menos que ella me hablara a mí”, dijo Cioppa. “¿Quién hace eso?”

Beatrice dijo que la oficina se ha sumido en el caos bajo su reinado porque Valdés “realmente no sabía lo que estaba haciendo”. Admitió que los dos chocaban con frecuencia: culpó a la tendencia a la microgestión y su negativa a aceptar el consejo de sus subordinados.

Debido a su relación tensa, Beatrice afirma que el personal de Valdés lo obligaba a llenar el auto de la fiscal con gasolina todas las semanas. Comentó que también le ordenaron una vez que recogiera el almuerzo de la fiscal, pero salió del restaurante sin la comida porque ella no pagó de antemano y no creía que le devolverían el dinero.

Algunas de estas acusaciones suenan extraordinariamente similares a las presentadas en una demanda de octubre introducida por una empleada de la oficina de la fiscal llamada Daisy Vargas.

Las dos se hicieron amigas mientras Valdés pasaba por lo que en la demanda se describe como un “divorcio muy desagradable”.

Vargas demandó a Valdés por supuestamente obligarla a realizar una letanía de tareas personales que no tenían nada que ver con su trabajo. Esto incluyó ayudar dos veces a Valdés a mudarse, abastecer las fiestas de la fiscal con su propio dinero, colocar sus adornos navideños, limpiar su ático, lavar sus alfombras, sacar ratas muertas de sus botes de basura y llevar un depósito de $1,000 para el funeral del padre de Valdés.

Cuando Vargas terminó la amistad, Valdés supuestamente tomó represalias creando un ambiente de trabajo tan hostil que llevó a Vargas a acudir a un hospital con una depresión severa.

La fiscal se ha enfrentado a otros problemas, incluido un sorprendente voto de censura sin precedentes realizado en julio por representantes de los sindicatos policiales.

Los representantes exigieron la renuncia de Valdés y dijeron en una carta abierta que la fiscal había dotado de manera ineficaz a su oficina, dedicó recursos a investigar a sus propios oficiales mientras descuidaba las investigaciones penales y demostró “poca preocupación por la administración efectiva de sus funciones”.

“Su impactante falta de perspicacia y juicio sobre sus propias acciones la hace inadecuada para esta posición de liderazgo crucial”, señalaba la carta.

Beatrice dijo que incluso si Valdés renunciara mañana, llevaría años reconstruir la oficina.

“Tendrán que encontrar un fiscal fuerte que quiera intervenir”, dijo Beatrice. “Va a llevar mucho tiempo arreglarlo. Ella realmente arruinó la reputación de ese lugar”.

Esta traducción fue proporcionada por Reporte Hispano, en asociación con el Centro de Medios Cooperativos de la Universidad Estatal de Montclair, y cuenta con el apoyo financiero del Consorcio de Información Cívica de NJ. La historia fue escrita originalmente en inglés por Northjersey.com y se vuelve a publicar en virtud de un acuerdo especial para compartir contenido a través del Servicio de noticias de traducción al español de NJ News Commons. 

Publicado el 12 de Diciembre 2022

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