María Guadalupe: “Si amas lo que haces, los obstáculos no cuentan”

Según explica María Guadalupe Martínez, directora de CREA, una agencia de ayuda comunitaria en East Harlem

María Guadalupe Ramírez, directora de CREA.

Arturo Castillo | New York Hispano | Colaborador

María Guadalupe Martínez es una apasionada de la educación. Desde el Centro de Recursos Educativos para Adultos (CREA), ubicado en East Harlem, Martínez, originaria de México, ha servido, por más de 20 años, a centenares de inmigrantes, principalmente adultos iletrados.

¿Estaba usted vinculada al campo educativo antes de migrar a Estados Unidos?

Sí y no, por un tiempo. Estudié la carrera de Licenciatura en turismo, en el Politécnico Nacional; mi especialidad es hotelería. Trabajaba en un hotel de prestigio, donde conocí a una persona que me invitó a dar clases en una universidad, en temas relacionados con el turismo y la hotelería.

Fue así que estuve varios años dando clases. Luego fui a otras dos universidades; de modo que me vi inmersa en el campo educativo.

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Con la experiencia como docente, ¿visualizó que eso podría ser su medio de vida y una vocación al servicio de sus compatriotas?

En principio, como ocurre con todos quienes migran a este país, yo quería alcanzar el sueño americano. Mi esposo vino primero y luego migramos como familia. Nuestros hijos tenían 6 y 4 años. Nos instalamos en East Harlem, donde mi esposo ya había vivido antes.

Teníamos que matricular a los niños en la escuela. En esa escuela me invitaron a participar en actividades relacionadas con los padres. Me fui involucrando poco a poco, pero también veía una oportunidad para estar con mis hijos. No conocía el sistema educativo de este país; deseaba saber de qué se trataba, y sobre todo estar cerca de ellos.

Empecé a invitar a los padres para que participarán en talleres y otras actividades de la escuela. A medida que me iba adentrando en el sistema, me di cuenta de que había una carencia de formación educativa en nuestra gente; así que le propuse a la presidenta de la asociación de padres y maestros dar clases. Yo había traído libros en español que fueron de mi hijo. Lo siguiente era estructurar un currículo. Entonces conocí a una persona que estaba haciendo lo mismo, pero ella era voluntaria del Consulado de México, y me habló del programa del INEA (Instituto Nacional para la Educación de los Adultos). Cuando las personas terminan la primaria y la secundaria, toman una serie de exámenes. Si los pasan, reciben un certificado oficial extendido por el gobierno de México. Me llamó mucho la atención, además, que se les proporcionaban libros a los estudiantes.

Fui al consulado y me ofrecí como voluntaria; así empecé esta aventura. Posteriormente, otra organización ubicada en esta área me invitó a participar en un grupo, en español, para dar clases a madres que no sabían leer ni escribir. Me encantó la idea. Cuando llegué, me percaté de que no había una estructura; así que les hablé de los beneficios de seguir el currículo del INEA y de obtener el certificado correspondiente. A los pocos meses me nombraron coordinadora del área de alfabetización y primaria.

¿Entonces el programa estaba pensado para la comunidad mexicana?

Sí. Los estudiantes eran principalmente mexicanos, especialmente de Puebla, de Guerrero y Guajaca. Varias de esas mujeres hablaban una lengua indígena, el mixteco, lo cual era un reto para el proceso de enseñanza-aprendizaje.

¿De qué manera se sustentaba económicamente el programa?

El programa fue creciendo, pero, lamentablemente, se tuvo que cerrar. Estaba financiado por el gobierno de México, pero también tenía otros donantes individuales y corporativos. En esas circunstancias, en virtud de que ya estaba encaminada en esa dirección, y también debido a la insistencia de personas del vecindario que me pedían que continuara con las clases, decidí ir a otra organización, la Iglesia de San Jerónimo, que tiene la organización HANDS, donde empecé a dar clases de primaria y secundaria.

Ya posteriormente, decidí darle a todo ello más estructura, para lo cual necesitaba un patrocinador fiscal. Opté por el nombre de Centro de Recursos Educativos para Adultos -CREA-.

¿Entonces decidió lanzarse a la aventura por sí misma? ¿Cómo se las ingenió para darle un carácter formal?

Primeramente, quiero hacer hincapié en que en el área de East Harlem no había un lugar que diera clases en español. Bueno, acudí a la congregación católica The Little Sisters of the Assumption Family in Mission, que ya tenía antecedentes de mi trabajo. La congregación se convirtió en mi patrocinador fiscal. Luego, necesitaba un lugar para funcionar. Afortunadamente, una de las iglesias del sector, La Iglesia de Dios, nos abrió sus puertas. A la par, pudimos empezar las clases y contar con el patrocinador fiscal.

María Guadalupe Ramírez, junto al cónsul general de México, Jorge Islas, y Manuel Castro, Comisionado de la Oficina del Alcalde para Asuntos del Inmigrante de Nueva York, recibió el reconocimiento de la ciudad.

Me imagino que se rodeó de un equipo de trabajo. ¿Halló voluntarios?

Sí. Empezamos a trabajar con estudiantes de la Universidad Iberoamericana, de la Ciudad de México. También hubo personas de la comunidad que se sumaron, y así arrancamos.

En ese punto, mi esposo me preguntó: “¿sabes a lo que te estás comprometiendo?”. Hablé con él y con mis hijos; ellos me brindaron su respaldo incondicional, y eché para adelante.

¿Aparte del apoyo emocional, se involucraron ellos de manera práctica con proyecto educativo?

Mi esposo es ingeniero en electrónica; en México se dedicaba al mantenimiento de computadoras. Cuando yo tenía problemas con la computadora, él me los resolvía. Mis hijos me apoyaron dando clases. Yo no tenía un maestro, y mi hijo mayor se hizo cargo. Mi otro hijo me ayuda a estructurar las cosas, pues estudió administración de empresas.

En suma, usted ha sido capaz de vencer cuanto obstáculo se le ha presentado en el camino. ¿A qué lo atribuye?

Sabía, porque ya había trabajado en el campo educativo, lo que implicaba mi decisión. Cuando te gusta algo, no importa lo que debas enfrentar. No consideras tiempo, recursos, esfuerzo; no consideras nada. Si amas lo que haces, los obstáculos no cuentan.

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¿Tiene casos de personas que no se conformaron con la educación básica, y continuaron, por ejemplo, con el GED?

Sí, definitivamente. Este mes, precisamente, estamos cumpliendo 10 años de haber iniciado este sueño, y tenemos muchas historias de éxito, afortunadamente. Debo comentar que nosotros empezamos con educación básica y secundaria, posteriormente con las clases de inglés como segundo idioma, luego las clases de computación, y así hemos ido aumentando los servicios. Pero cuando la primera generación de los estudiantes que se recibieron de la secundaria concluyó, cerramos el proceso con la ceremonia de graduación de rigor.

Entonces yo les dije que si querían continuar con el GED tenían que buscar opciones por sí mismos. Sin embargo, me preguntaron por qué no se la daba continuidad al GED en CREA. Y dije bueno, por qué no. De esa manera, los alumnos que se habían graduado bajo el sistema mexicano podrían hacer una transición al sistema estadounidense preparándose para el GED, que es el equivalente de la preparatoria.

¿Cuál es el perfil, la edad promedio de las personas que acuden a los programas educativos de CREA?

El 80 por ciento de los estudiantes son mujeres, amas de casa, muchas veces, madres solteras, o bien personas que trabajan. Afrontan dificultades de horarios, la urgencia de tener que trabajar para mantener a sus familias, los estudios no eran su prioridad, pero han tomado la decisión de mejorar sus condiciones de vida. La edad promedio de los alumnos que tenemos es 35 años.

A propósito, invitamos a la gente a acudir a CREA. No cuenta tu edad, no importa el nivel en que estés. Si apenas estás aprendiendo a leer y a escribir, y ya lo manejas, bueno pues, a dar el brinco hacia la primaria.

Seguramente usted constata, cuánta inteligencia y talentos desperdiciados, frustrados, existen entre los migrantes que su organización ayuda.

Es increíble y penoso constatar esa realidad. Hay gente que tiene una habilidad tremenda, que cuenta con un talento que ni siquiera ellos mismos están conscientes de que lo poseen. Pero cuando toman este camino, esta opción, se dan cuenta de que su talento no tiene límites. Es un orgullo, un rescate de ellos mismos. Las ceremonias de graduación son muy emotivas e inspiradoras. La vida de esas personas cambia radicalmente.

Cuando llegamos, lo que queremos es trabajar, enviar dinero a nuestras familias, sobrevivir, y no pensamos en educarnos, pero con la herramienta del conocimiento se abre otro horizonte.

Hay que señalar que este programa no es solo para mexicanos; está abierto para todas las personas que hablan español, no importa la nacionalidad. El gobierno de México extiende un certificado, pero, claro, no es para presentarlo para hacer el GED.

La educación tiene el poder de elevar la autoestima, de enriquecer la vida de muchas maneras. Usted debe constatarlo con los adultos alfabetizados.

Así es. Nosotros no nos limitamos a trabajar exclusivamente en el área educativa como el conocimiento de materias y temas. También uno de nuestros ingredientes principales, y que nos interesa mucho, es la salud mental. Si la persona se siente bien consigo misma, si se siente realizada haciendo algo que les gusta, alcanzará metas más ambiciosas.

Publicado el 27 de Setiembre 2023

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