La artista peruana es una exitosa maestra de baile que congrega a decenas de bailadores en plazas y parques de New York City
Carmen Valdivieso Hulbert | New York Hispano | Colaboradora
El sol comienza a ocultarse sobre la ribera del río Hudson en una tarde estival en pleno día de semana, cuando se escuchan las notas de un ritmo ondulante interpretadas por una orquesta de salsa. La gente que se congrega en este parque no es el público habitual, más bien parece prepararse para un picnic: madres de familia con niños pequeños, muchos de ellos en cochecitos, personas de la tercera edad y algunas parejas jóvenes, que comienzan a menearse al ritmo de la música, que puede ser oída a varias cuadras de distancia.
En el estrado, Talía Castro-Pozo una joven artista peruana, da instrucciones a la audiencia que se congregó ese miércoles en el Waterline Square Park, a que forme filas para comenzar la clase de salsa. Ella dirige al grupo durante media hora y a continuación todos bailan libremente a los acordes de la orquesta de turno, The New York Metropolitan Salsa Orchestra, dirigida por Antoine Alvear.
LEE TAMBIÉN: Realizan vigilia por Andrew Jerome Washington III
Este espectáculo ya es habitual durante los meses de verano en varios parques de Manhattan desde que comenzó la temporada de Sunset Salsa en Nueva York hace 15 años, donde la gente baila salsa al atardecer en los parques o en los muelles del río Hudson.
Talía, que era bailarina solista del Ballet Nacional del Perú, comienza su metamorfosis artística desde que llega a Nueva York en 1995 e ingresa al School of American Ballet. Tenía 4 años cuando su madre la llevó a ver bailar a Alicia Alonso en el Teatro Municipal de Lima.
“Quedé tan deslumbrada. Fue entonces cuando empieza mi pasión por el baile clásico y sucedió que en mi nido había una profesora checoslovaca, que daba clases de ballet. Tenía 14 años cuando hice mi primer trabajo como solista en el Ballet Nacional. Era la solista más joven de la compañía”, relata Talía.
Su paso por el estudio de baile de salón Arthur Murray en Manhattan fue vital en su formación profesional.
“Ya venía de un nivel profesional en el Perú, y eso me dio la oportunidad de seguir estudiando, llegué a tener la visa de habilidad extraordinaria, algo muy difícil de lograr y mantener por los requisitos que exigen. Pero me cansé de bailar”, agrega. “En el estudio no solo me entrenaron para dar clases de baile, sino también para manejar la escuela. Allí aprendí mucho de negocios y conocí a mucha gente de Nueva York. Competí también en ballroom dancing y me di cuenta que eso era tan político como el ballet, entonces, decidí dejar el baile para estudiar actuación”.
A continuación, Castro-Pozo estudió actuación en el William Esper Studio y completó el curso en cuatro años, mientras que la mayoría lo hacía en dos años. “Tenía que estudiar y trabajar a tiempo completo manejando estudios de baile. De ahí pasé a un estudio más grande, y después a otro más grande…”.
LEE TAMBIÉN: CELH de los latinos, en varios eventos
El Mundo de la Salsa
Todo comenzó en el 2006, cuando Talía entra a trabajar organizando fiestas, Latin Mondays at Taj, un club de baile de Manhattan, donde dictaba media hora de clases de salsa para los asistentes que después demostraban su destreza de baile, libremente.
“Todo comenzaba a crecer. Los eventos de Taj comenzaron a crecer con cientos de personas que asistían a mis clases e iban a bailar. Y me di cuenta que el baile social es muy gratificante, porque el baile clásico es más elitista y no llega a las mayorías. Es una burbuja. Siento que pasar por todas las etapas de aprendizaje de baile y producción me ha dado oportunidad de crecer en las artes escénicas”, señala la artista y productora.
Una de las habitués le preguntó si deseaba organizar este tipo de eventos al aire libre y la puso en contacto con la corporación que manejaba un pequeño espacio triangular en la Calle 14. Es ahí cuando nace Sunset Salsa. La gente iba a bailar a ese lugar al atardecer.
Con mucha satisfacción Talía nos cuenta en detalle cómo se produjo la ampliación de su actividad difundiendo la salsa al público neoyorquino.
“Los eventos se reprodujeron a partir de que Sunset Salsa fue tan exitosa en una época en que no había este tipo de actos públicos. Y era una novedad ver a la gente bailando en la calle. Es así como universidades y otras instituciones de arte comienzan a tomar la idea y el Museo de Brooklyn me contrata”, agrega Talía.
“Fuimos de un parque pequeño a uno más grande, hasta llegar al Pier 76, que está a la altura de la Calle 34, que es el más nuevo. Ahí ya estamos dos años, con la asistencia de miles de personas. Sunset Salsa de los jueves se realiza durante los tres meses de verano.
Talía no solamente ha incursionado con éxito en el baile sino también como artista en series de televisión, en el papel de “Mona” en “Fleishman está en apuros”, difundida por Hulu. Asimismo, como coreógrafa en la serie “Godfather of Harlem”, sobre Malcolm X.
“Profesionalmente ha sido un placer dar apoyo a muchos artistas y bandas musicales” y menciona entre ellos al pianista peruano Yeison Villamar y el colombiano Santiago Moyano, que tiene una orquesta actualmente muy famosa en Nueva York.
La vida artística de Talía Castro-Pozo se ha desarrollado paralelamente entre los eventos de salsa y su actuación en la televisión, a la par con su vida familiar, como madre y esposa.
En el 2010 conoce en uno de sus eventos a Vladimir Starchenko, de nacionalidad rusa, y desde entonces su vida cambió en el aspecto familiar. Tuvieron dos niños y ellos forman parte de su troupé cuando asiste a los eventos de salsa, ahora que están más grandes.
“Me parece que el gran éxito que uno busca es un balance entre la vida profesional y la familia. Todo se conjuga para darnos la felicidad”, destaca.
La Persecución
La llegada de Talía Castro-Pozo a Nueva York en 1995, con la intención de quedarse a estudiar ballet y desarrollarse profesionalmente, está marcada por los dramáticos sucesos que afectaron a su familia bajo la dictadura de Alberto Fujimori en el Perú.
Su padre José Castro-Pozo era director cultural del Diario de Marka, que por esos años operaba en la clandestinidad, y su madre Renée Castro-Pozo, que enseñaba Estudios de la Mujer en la Universidad Mayor de San Marcos, estuvo presa seis meses, acusada de terrorismo.
Talía habla de la persecución a su familia.
“Uno levantaba el teléfono de la casa y se oía un clic. Uno salía de la casa, abrías la puerta y había un tipo al frente, y otro en la esquina. A mí me seguían a mis ensayos de ballet. A mis papás los seguían. Nos tiraron una bomba al jardín durante la noche junto a mi dormitorio. Cuando estalló, rompió todos los vidrios de las ventanas de mi cuarto. Felizmente yo no estaba porque había ido a pasar la noche a la casa de mi abuela. Yo hubiera quedado desfigurada”, recuerda Talía.
Llegaron al colmo.
“Un diciembre cuando yo iba a bailar en el ballet Cascanueces, dejaron una bomba dentro de un muñeco de cascanueces en la puerta de mi casa”, relata la artista.
Sus padres comenzaron a vender las obras del pintor Víctor Humareda que tenían en su colección de arte con el objeto de financiar los viajes de Talía al extranjero para que estudiara ballet, en otro lugar que no fuera el Perú.
“Fue muy difícil soportar esa presión bajo la que vivían mis padres en el Perú e hice audiciones en varios países de Europa, mientras tanto hacía escala en Nueva York a tomar clases de ballet por unos meses cada vez que viajaba. Me hospedaba en casa de un hermano de mi madre quien me abrió las puertas”, rememora.
Finalmente, la joven bailarina de ballet vino a Nueva York a quedarse y se produjo su metamorfosis artística al desarrollarse como artista y productora de eventos.
Años después sus padres salieron del Perú como exiliados políticos para radicarse en Canadá.
Talía es nieta de Hidelbrando Castro-Pozo, maestro, sociólogo y político, destacado defensor de las comunidades indígenas. Para mayor información visite: taliacastro-pozo.com
Publicado el 27 de Setiembre 2023