La muerte del escritor peruano conmovió al mundo, pero fue pronto eclipsado por la del Papa argentino

Néstor Ikeda | Ex corresponsal de AP en Washington, DC
Mario Vargas Llosa encarna una fusión entre arte y política: su obra literaria no solo ha revolucionado la narrativa en lengua española, sino que también ha influido en el pensamiento político y social contemporáneo. Ha sido por ello un agitador: agitaba el debate público, el ambiente político, la historia de las naciones y el jet set social. A lo largo de más de seis décadas, ha escrito novelas que marcaron época, ensayos que provocaron controversias y columnas que sacudieron todo, especialmente el debate público. El autor peruano, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2010, ha sido una figura central en la literatura latinoamericana y una voz activa —y polémica— en el ámbito político y cultural.
Desde que publicó La ciudad y los perros en 1963, Vargas Llosa mostró una vocación narrativa destinada a cambiar la manera de contar historias. Aquella novela, que criticaba la brutalidad del sistema militar en el Colegio Militar Leoncio Prado, de Lima, fue recibida con escándalo en Perú, pero celebrada internacionalmente por su audacia formal y su potencia temática. Con obras posteriores como La casa verde, Conversación en La Catedral y La guerra del fin del mundo, consolidó su lugar en el llamado “Boom latinoamericano”, junto a escritores como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes.
Sus novelas, cargadas de estructuras narrativas complejas y tramas que diseccionan el poder, la moral y la libertad, construyeron un universo literario donde lo político es inseparable de lo humano. Su estilo, a menudo comparado con Faulkner y Flaubert, exhibe una destreza formal notable, sin renunciar a la crítica social ni al compromiso intelectual.
Su muerte el 13 de abril, Domingo de Ramos del calendario cristiano, conmovió al mundo. Pero, cuando los homenajes e historias en su memoria aún no habían concluido, ocurrió algo que eclipsó ese caudal: la muerte de otro latinoamericano ilustre apenas una semana después, el Papa Francisco, un pastor argentino, quien, como Vargas Llosa, no se conformó con la prédica tradicional. En 1990, en uno de los giros más sorprendentes de su carrera, el escritor peruano postuló a la presidencia de su país con un programa liberal, enfrentando al desconocido ingeniero Alberto Fujimori, pero fue derrotado. Aún con esa cruz a cuestas, Vargas Llosa ha seguido generando tanto adhesiones como críticas, especialmente cuando se ha pronunciado sobre gobiernos de izquierda en América Latina o ha manifestado simpatía por líderes conservadores en Europa.
Pero, más allá de sus posturas políticas, lo que permanece es su influencia como narrador. Vargas Llosa ha sabido tender un puente entre la creación literaria y la reflexión pública, convirtiendo sus ficciones en instrumentos de análisis y sus ensayos en provocaciones fecundas.
Publicado el 23 de Abril, 2025